El rítmico sonido del cuchillo sobre la tabla de picar viniendo de la cocina. Un vestigio de aroma a comida con la última caricia de la noche. La humilde pero infaltable torta en cada cumpleaños. Los zapatos de taco, el cinturón de charol y el frasco de perfume, esperando en el ropero la gran ocasión. La carcajada a destiempo, acercando la sensación de que la felicidad aún era posible. El abrazo mullido cuando algo no salía del todo bien. Frases ingeniosas que hasta ahora nadie ha podido mejorar. Los fomentos en el pecho y con renovado calor, la certeza de que alguien verdaderamente se ocupaba de uno. El pañuelo perfumado en el bolsillo del delantal. El olor a leche caliente y a budín de pan, acortando la distancia de la vereda hasta casa. El silencio preciso cuando no había nada que explicar. Esa innata destreza para convertir lo escaso en abundante. La toalla en el pelo, la mentira piadosa, las incontables horas dedicadas a la dulce y tortuosa tarea de fijar definitivamente el catecismo.
Procurar el pasto para los camellos recorriendo una y otra vez, la jungla de cemento. Ir de la mano saltando baldosas, cuando el tiempo abundaba y nada era mas importante que sonreír. La fé inquebrantable, la foto en la rambla, el amor por la música replicado en mi A.D.N. El beso aquel, que afortunadamente aún guarda la memoria de mi piel. Te amo mami
No hay comentarios.:
Publicar un comentario