Te presto, por diez minutos,
alguno de mis mejores silencios.
¡Usalos para gritarte!
(un lamento de antiguo espejo)
Te regalo nuestros ritmos,
aquellos que tan bien bailar supimos.
¡Haz con ellos arma nueva!
(sollozo de viuda, vino añejo)
Te di mi vida eterna,
toda mi anatomía… ¡Entera!
¡Me quedo con la colmena!
(¿vacía de miel, reina y abeja?)
Quedate con mi condena.
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