Y cuentan que miró al frente y le dio la espalda al vacío. Que con sus manos tomó las riendas e inició la tarea más difícil. Todos sus miedos yacían en el olvido. Ahora estaba en un instante único.
No existen los problemas, no existe ni siquiera el pensamiento. En ese instante existe sólo la decisión de hacer. Un paso en falso es caer, y unirse a la nada.
Lentamente recobra la conciencia cuando se maravilla de la hazaña: logró la cumbre en aquella muralla imposible. Sus ojos se posan en un cielo ni celeste ni azul: un color especial, hecho sólo para aquellos que logren estar donde él.
En la cima del mundo, contemplándolo todo junto a su guía: la montaña.
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