El domingo entró el sol por la ventana y Dios no estuvo ahí.
Soy ciertamente testigo de que el sol entró por la ventana, porque estaba durmiendo y me iluminó la cara. Empecé a transpirar porque está picante el sol ahora. Me desperté y ví que las cosas estaban iluminadas, pero no era Dios.
Dios no estaba, estaba el sol.
Me levanté y miré todo con ojos entrecerrados de domingo y me encontré con mis pantuflas y una remera de domingo también (convengamos en que ni las pantuflas ni las remeras “de domingo” son las mismas que el resto de la semana, ¡pero si ni los ojos entrecerrados de domingo son iguales a los del resto de la semana!).
Me encontré con una pava y unos mates, una puerta deseosa de abrirse y un patio deseoso de entrarme y salí con mis pantuflas, mi remera, mi pava y mis mates domingueros a saludar al sol que estaba allí también: estaba en mi habitación porque había entrado por la ventana y estaba en el patio porque es el exterior, y el sol está en el exterior la mayoría de las veces… pero Dios seguía sin aparecer.
Me crucé, como por casualidad, con el diario del domingo y lo agarré. No lo leí porque el diario del domingo no se lee, se mira: se mira y punto.
Pasó el tiempo y el sol siguió ahí, acaparando cada vez más lugar, haciendo retroceder a las sombras cuando, antes del mediodía, me crucé con mi parrilla y le dije: “el domingo te sienta bien” y me tiré unos quebrachos ardientes y los restos de una vaca. Otra cosa bien distinta es el olor a asado: un domingo no tiene el mismo olor que el resto de los días, es una vibración que te llega bien hondo y te dan ganas de buscar la fuente de ese olor (si fuera por caso que no proviniera de tu propia parrilla) tocar timbre y decir: “señora, ¿no me invita a comer?”
Así que a disfrutar de un asado de domingo, con el sol que acaparaba ya todo el patio, el patio sin sombras ahora, y Dios en veremos.
Más tarde el sol me guiñó un ojo y me regaló una sombrita del otro lado, me guiñó el ojo y yo entendí “nene, mirá la sombrita que te doy, ¿por qué no la aprovechás?” y yo la aproveché plenamente. Agarré la sombrita de las puntas y me tapé mutando en una siesta que es bien dominguera… La siesta y domingo deberían ser sinónimos. Cuando el sol pensó que dormía mucho se corrió y me dio de pleno en la cara despertándome. Entré en mi casa y vi que había sol por todos lados ya… en mi habitación porque había entrado por la ventana, en el “afuera” porque corresponde y ahora también en el resto de mi casa, “bienvenido es” pensé. Me acerqué a la tele y estaban pasando un partido de futbol (no hace falta decir, en este caso, que el futbol es domingo también, ¿no?) y me destapé una rubia.
¿Dios? Bien, gracias y que siga la fiesta.
Pero el sol, así como vino, lentamente, muy lentamente, comenzó a despedirse, y uno lo siente irse, lo siente como los ojos entrecerrados, las pantuflas y la remera; lo siente como el quebracho crepitando y ese olor a asado que te dan ganas de meterte en la casa de la vecina; lo siente como esa pava y esos mates tan lejanos ahora…
Y, cuando te querés acordar, el sol no está más, tampoco está más el domingo y te pesa el ánimo, te pesa como un collar de calefones.
Y te ponés meditabundo, ¿viste? Y te acordás del sol del lunes, y te acordás de que Dios no estuvo… y pensás que el lunes, el martes, el miércoles, el jueves y el viernes, son siempre iguales, el sábado es incertidumbre y vértigo, pero los domingos son especiales, aun cuando se parezcan mucho unos con otros. Son tan únicos como las nubes.
Y te pónés a pensar en que el resto de la religión equivocó la parte más importante del génesis: Dios el domingo no descansó, Dios es el domingo entero y el resto… el resto es consecuencia.
Muy bueno Mar! me despertaste unas ganas de mate...:)
ResponderBorrarmis preferidas:" un collar de calefones" y "Dios es el domingo entero y más..." :)
Gracias Vero por el aguante!!! debés ser la única persona que lee este blog!!! besote!
ResponderBorrarobviooo!!! soy adicta a lo bueno
ResponderBorrarAhora somos dos. Aunque dudo que sea así... debemos ser muchos más, como siempre voyeuristas y anónimos por definición.
ResponderBorrarLlegué a través e Tinta&Papel, me encantó el blog. Grs
Simplemente genial.
ResponderBorrarGracias "anónimo", pero me encantaría saber quién sos!!!
ResponderBorrarLLegué por el blog de Juan, es mi preceptor :)
ResponderBorrarAh, buenisimo! muchas gracias por tu comentario!
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